Por Isidoro Gracia Plaza
El desparpajo y la desvergüenza del
simpático, pero, más que travieso, filo-catastrófico personaje, de la serie de
dibujos animados suelen darle buen resultado, naturalmente en la ficción. Está
basada su estrategia en dos frases icónicas: “yo no he sido” y “multiplícate
por cero”.
A falta de ideas constructivas, o
noticias positivas, que llevarse a las ruedas de prensa en las que se da cuenta
de las decisiones de los Consejos de Ministros o dos Concellos da Xunta y resto
de Órganos de Gobierno diversos, los portavoces y demás comunicadores, se
acogen a la solución de la ficción, en el mal entendido de que la bondad, o
maldad, de sus decisiones puede disimularse, sin darse cuenta de que la
realidad no puede modificarse, o adaptarse, con la facilidad del guión de una
serie de televisión, en el que el impacto de un piano sobre la cabeza del
protagonista de turno solo produce dolor de cabeza.
Una vez agotado el mantra: “La culpa la
tiene Zapatero y todo se arreglará si él se marcha”, están buscando nuevos
objetos de culpa. Veamos, del penúltimo desastre bancario (Bankia) la culpa la
tiene…¡tachan!: El banco de España. Yo no es que sea un admirador con tendencia
a defender a su máximo dirigente, que seguro que no, pero me parece de sentido
común que de cualquier crimen el culpable, sin ningún lugar a dudas, es el
criminal y que el policía solo es responsable de la persecución del primero. Y
en este caso el rol de los actores están claros, el del policía es del Banco de
España y el de los jefes de las bandas, desde hace muchos años, en orden
inverso: el Sr. Rato, el Sr. Blesa y el Sr. Oliva, todos ellos con filiación
política pública en el PP. Referido específicamente al hoy llamado Novagalicia
Banco, ¿No fue el Sr. Feijóo quien impuso la fusión de cajas que dio origen al
problema?, incluso con uso de las facultades de legislación de la Xunta y
encargando una auditoría “ad hoc”, hoy escondida, posiblemente fraudulenta por
apartarse de la realidad de los datos. Su voluntaria declaración de ser el
garante del hoy ya inexistente sector financiero gallego, ¿fue hecha por orden
de otros?
El problema es que la solución que a
Bart Simpson le da resultado, en la ficción, casi siempre, no es nunca solución
en la realidad, aun cuando los distintos gobiernos manden “multiplicarse por
cero” a la oposición y los ciudadanos que protestan, con absoluta y democrática
razón.
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