Fulvio Roiter 1953
Hay signos suficientes para hacer saltar todas las alarmas, pero los políticos, los banqueros, los empresarios, la Iglesia y la tiránica terquedad de la Unión Europea, se han puesto el bozal en las orejas que deberían de llevar en los hocicos como las bestias, para seguir sin escuchar el clamor de los cuatro jinetes del apocalipsis del siglo XXI.
Por Pedro Taracena Gil
La sociedad actual vive la
gran paradoja de haber alcanzado cotas de progreso inimaginables hace tan solo
varias décadas, mientras se desboca hacia un apocalipsis que de ninguna forma
será el fin bíblico, sino el tránsito hacia una nueva sociedad que aún está por
inventar. El capitalismo ha llegado a un salvajismo total que se ha consumado
hasta las últimas consecuencias “la explotación del hombre por el hombre”,
imperando sin límites “la ley del más fuerte”. No es demagogia denunciar estos
extremos y tampoco una utopía anhelar un
mundo más justo. Hay sociedades que han impulsado doctrinas donde la codicia de
unos pocos ha sido subyugada por el poder democrático del pueblo.
El espectro europeo,
contexto donde nos movemos, está en manos del poder del capital y de la
religión. Este perverso binomio atenaza al ser humano en lo económico, social y
personal, aunque la Declaración Universal de los Derechos Humanos proclamada en
1948, dicte una política contraria a los usureros, especuladores, explotadores
y a los predicadores que manipulan la conciencia de los hombres para hacerles
víctimas de su tiranía.
Los nuevos Jinetes del Apocalipsis ya no son: el
anticristo, la guerra, el hambre y la muerte, aunque sin salirse de los
designios bíblicos de la vetusta católica España, las consecuencias son las
mismas y las mismas sus víctimas. El poder putrefacto cabalga sobre cuatro
caballos dejando crímenes por doquier contra la población inocente. La usura y el
robo les han llevado a despojar al ciudadano de su único patrimonio, el
trabajo. Han creado “el paro”, causa de desesperación. Sin crecimiento
económico, aumenta la deuda del Estado y de las familias; provocando “el
desahucio” de sus viviendas por impagos. “La depresión” no atrapa solamente a
la economía sino que hace enfermar a las personas presas del pánico que las
hace más vulnerables al despotismo dictatorial del corrupto poder económico.
Las víctimas son niños, jóvenes y gente mayor. Generaciones completas perdidas.
Estas variables en la España
del franquismo y del nacionalcatolicismo, sí tienen su interpretación bajo
cánones teológicos. El “anticristo” jinete bíblico, sería la hipocresía farisaica
de una religión empeñada en estar unida a perpetuidad con el poder para
masacrar al pueblo: golpe de estado, guerra civil, dictadura, transición y
democrática, siempre disfrutando de los benéficos que obtiene de la eterna
alianza trono altar. Anticristo porque es el adefesio o espantapájaros que no
es lo que representa; provocando miedo para mejor dominar las conciencias. Las
miserias que estamos viviendo los españoles de paro, desahucio y depresión, son
la versión actual de los personajes de San Juan en su Apocalipsis: El
anticristo está formado por la clase política y religiosa. La guerra está
declarada por la lucha de clases, capital y trabajadores. El hambre ya ha hecho
su presencia sin que haya el más mínimo atisbo de justicia. Y la muerte está
más cerca ante la desatención generalizada de la salud de la población.
Hay signos suficientes para
hacer saltar todas las alarmas, pero los políticos, los banqueros, los
empresarios, la Iglesia y la tiránica terquedad de la Unión Europea, se han
puesto el bozal en las orejas que deberían de llevar en los hocicos como las bestias,
para seguir sin escuchar el clamor de los cuatro jinetes del apocalipsis del
siglo XXI.
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