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viernes, 14 de diciembre de 2012

EL ODIO QUE LES TENGO ME LIBERA


Por Pedro Taracena Gil


Mosaico franquista

El pueblo español está sufriendo como nunca. Se encuentra como al final de la guerra civil. Los ricos más ricos y la clase media convertida en pobre y en creciente exclusión social. Ha sido víctima del voraz capitalismo. Bancos usureros, especuladores ladrones, políticos corruptos, empresarios explotadores han impuesto la ley de la selva, la ley del más fuerte. Con la colaboración necesaria de la clase política imperante en Europa; heredera del fascismo, el capitalismo liberal y las democracias de inspiración católica. En España el franquismo bajo las siglas del Partido Popular está cometiendo un auténtico crimen contra el más débil. La crisis es una patraña para acelerar la implantación del sector privado sobre el público, que vienen desde hace una década programando. Los débiles solamente tienen el apoyo de la sociedad. Las gentes han tomado la calle. Frente a la legalidad injusta del Gobierno, sólo cabe la insumisión. El PP gobierna con una mayoría absoluta que ha convertido en un poder absolutista.
Ante esta barbarie yo tengo odio muy consciente contra los criminales, sí porque los crímenes no los comete únicamente el pueblo quebrantando las  leyes, en este caso es el político gobernante quien está utilizando la legalidad para cometer actos ilegítimos. ¿No son crímenes los suicidios  provocados por la ambición de los desahuciadores? ¿Cómo hemos de llamar a las muertes producidas por la falta de asistencia médica de primera urgencia? ¿No es un crimen que los niños pasen hambre? ¿Cómo debemos de calificar la acción del gobernante que deja al emigrante sin asistencia sanitaria? ¿No es un crimen que por la avaricia y el latrocinio de empresarios, políticos y banqueros, se vean en la miseria familias enteras por haber engañado al débil e ignorante? El gobernante no está legitimado para calificar dónde está el crimen. Pero el pueblo sí es consciente de señalar dónde está el criminal que atenta con él.
La situación en España es insostenible y el odio ante la injusticia es noble y da fuerza a la sociedad para discrepar contra el tirano. Además se está ejerciendo la tiranía con saña, revancha, prepotencia y chulería. El capital y los mercados, los empresarios y los obispos son los enemigos del pueblo, pero los franquistas del Partido Popular son los lacayos que están haciendo el trabajo sucio. Y todos ellos tienen nombre y apellidos y se hacen odiar por sus formas y por el fondo de sus fechorías. El odio que ellos demuestran contra el pueblo lo camuflan bajo el deber que parece que es de origen divino, de hacer aquello que  beneficia al capital, bajo la falacia de ser la única opción. ¡Mienten y ellos lo saben! Pues deben de saber que el odio resignado ha salida  a la calle y somos más que ellos. Ahora comprendo y valoro, cuando mi padre decidió defender voluntariamente a la República y marcharse al frente. También entiendo la desesperación del pueblo español cuando habiendo implantado la República, los mismos fascistas de ahora, les arrebataron los derechos conquistados. Rajoy se siente arropado por los suyos, Merkel y compañía, pero el frente de batalla lo tiene abierto aquí en la calle.

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