Páginas

domingo, 1 de diciembre de 2013

DOS AÑOS DE DESGOBIERNO



Por Pedro Taracena

Desde hace dos años nos desgobierna el gobierno de la derecha, es decir, el gobierno del Partido Popular, que es lo mismo que reconocer que tenemos un Gobierno franquista, heredero del franquismo porque ni ha condenado la dictadura y tampoco la considera perversa y cruel, sino que es una etapa más de la Historia de España. El lenguaje utilizado es engañoso y las conductas hay que llamarlas por su nombre. La dictadura franquista cometió un genocidio y todo aquel que habiendo colaborado en sus crímenes, o se obstina en no condenarlo sigue denominándose con el mismo nombre de franquista. Efectivamente si su edad no le hace contemporáneo con los crímenes cometidos, no serán unos criminales pero sí franquistas, porque asumen toda su idolología. Más aún, hacen compatible el no condenar la dictadura con jurar y hacer jurar la Constitución Española. En esto van a la zaga el Rey de España y el Partido Popular. Vergonzosa secuela del pasado. Este es el marco referencial donde se mueven, no solamente los herederos legítimos de Franco, sino toda la comparsa que a pesar de militar en las filas de la izquierda; viniendo de la clandestinidad y del exilio, no obstante, desgustan las mieles de la Transición, que para las víctimas del franquismo siguen siendo hiel del olvido más ignominioso. Todo esto que acabo de escribir es demagogia pura y la Transición es tan verdad como el Credo que se definió en Nicea. La misma oposición actual, hija de la Transición, utiliza un idioma políticamente correcto, sin llamar las cosas por su nombre. Pero del idioma de los dichos pasemos al idioma de los hechos...


Todos y cada uno de los ministros franquistas tiene como objetivo el desmantelar el Estado del Bienestar, inspirándose en el nacionalcatolicismo y escribiendo al dictado de los empresarios. Se consideran y lo son un gobierno legítimo que lo es, que legisla legalmente y es cierto. Pero lejos de la Constitución Española y de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Toda la legislación producida por los franquistas en el poder, la han logrado confundiendo su democrática mayoría absoluta, con el uso del poder absolutista, cuyo resultado es sembrar la injusticia, provocada por los recortes que ellos llaman reformas. Cada ministro enarbola la bandera del caudillo salvador, imitando a su padre fundador, aquel Caudillo de España, que lo fue por la Gracia de Dios. Pera para no desviarse de la demagogia de mi escrito, el balance de los hechos están ahí. La Salud Pública ha mermado, abunda el hambre, la falta de asistencia sanitaria y la muerte prematura es un hecho. La Educación Pública está al servicio de la eficacia empresarial, los ricos y la Iglesia. La Asistencia a la Dependencia, ya no existe sin haberla terminado de implantar. El Gobierno satisface a la Banca, la Patronal, poniendo en manos del poder económico la Reforma Laboral, madre de todos los crímenes: Paro, desahucio, emigración, frustración juvenil, desigualdad, marginación y exclusión social, en suma.



No obstante, todavía les quedan dos años para terminar de destruir el Estado cimentado sobre la Constitución, que ellos se han encargado de fosilizarla. Uno de los diáconos encargado de servir de lacayo de la Iglesia, que tan largo camino recorrieron juntos los franquistas y los obispos, es el siervo de sacristías Ruíz Gallardón. Está a punto de sacar del horno para degustación del Episcopado y el Opus Dei, la ley que vuelve a penalizar el derecho de las mujeres a ser o no ser madres. Una ley franquista donde las haya. Sin olvidar que cínicamente ha reformado la Justicia para que sea inalcanzable para quien no tenga dinero para pagarla. Cada golpe regresivo en la legislación española tiene un ministro que muestra con saña y chulería su revancha refrenada en épocas pasadas. Ahora está la amenaza de otro recalcitrante del catolicismo, Fernández Díaz, haciendo una ley que va a hacer de España un modelo de seguridad. La gran verdad es que el pueblo en las calles les deja trémulos de pavor. Les molesta y desean acabar con las manifestaciones, las discrepancias, las denuncias en la cara, las huelgas reivindicativas, y sobre todo que las imágenes de la represión den la vuelta al mundo; defenestrando la mal trecha marca España. Los tintes del señor ministro, exprese él lo que exprese, son dictatoriales, franquistas y anticonstitucionales. Este señor no se ha leído la Declaración Universal de los Derechos Humanos, establecida por la ONU en 1948, no porque no sepa leer, sino porque tendría que demitir...



Mientras este estado de cosas sucede fehacientemente, el Partido Popular está instalado en la vida en la mentira, jaleado por voceros, tertulianos y medios pagados para seguir engañando al pueblo. Y rubrica este status quo nefasto y perverso, la corrupción. Los tres Poderes del Estado, las empresas y los sindicatos, junto al vicio de la corrupción les acompañan el hábito perverso de no dimitir. En España nadie dimite por nada. Teniendo en cuenta que la palabra presunto es sagrada. Al ciudadano se le ha dicho que si al corrupto se le antepone el prefijo presunto, se le puede votar y ser elegido… “Sí, se puede”. Reza el eslogan del pueblo en la calle. Este eslogan lo hemos hecho  nuestro muchos ciudadanos, pero hay que romper el paradigma del Gobierno. Este paradigma consiste en mantener la mentira de que no había otra salida posible que nos alejara del cumplimiento del oráculo del panteón, cual templo romano de los dioses, en este caso del nuevo Becerro de Oro de los mercados. Hay que desenmascarar a estos secuaces que manipulan la Unión Europea. Hay que desempolvar vocablos que están esperando para ser utilizados: Insumisión ante la injusticia, insulto correspondiendo al insulto, franquismo, fascismo, represión y lo más importante, enterrar el miedo. La irritación del ministro de las cuchillas pasivas disuasorias en el Congreso contra un diputado, es mal augurio para la democracia. Cuidado que viene…




¡Viva la demagogia!


No hay comentarios:

Publicar un comentario