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martes, 29 de abril de 2014

LOS FASTOS DE LA CANONIZACIÓN

Por Pedro Taracena




Levitación

Ante los fastos de la ceremonia de canonización a pares de los papas de Roma, yo me encuentro en una posición de reportero privilegiado. No porque esté acreditado como periodista ente el gabinete de prensa de la Santa Sede, sino porque he sido cocinero antes que fraile. Crecí en la España eterna reserva espiritual de Occidente, bajo la disciplina del nacionalcatolicismo. Época pía donde casi levitaba. Se me podrá reprochar que eso le sucediera a la mayoría de los españoles. Pero no, porque yo además me lo creí. Ahogué el uso de mi razón en aras de una fe ciega, donde se me proporcionaba todo definido, mascado y casi tragado. Cuando albergaba alguna duda y entraba en conflicto la razón y la fe, quien tenía la razón era siempre la fe. Dios se había revelado y la clase sacerdotal se arroga la infalibilidad de su interpretación verdadera. El papa y los obispos se erigían en garantes de la verdad absoluta. Y eso me hacía sentirme feliz y gozar de un misticismo pleno de sensualidad, ajeno a toda sexualidad.





Amor cáritas y amor sexual

Mi adolescencia se desarrolló entre eunucos por el reino de los cielos y reprimidos y castrados por los Mandamientos de Dios, gestionados por la Iglesia. Estos preceptos se encerraban en dos: Amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo. Es verdad que para un adolescente estas prescripciones pasaban desapercibidas. Pero descubrí que el confesionario y el púlpito eran los lugares donde se libraban las batallas más problemáticas para un chico con más ardor hormonal que fervor piadoso. Los consejos recibidos en la privacidad y sigilo de los confesionarios, así como las pláticas y sermones predicados en los púlpitos y las aulas, me llevaron a descubrir que el mandato más importante para los curas que trataron mi pubertad y adolescencia, era el “no gozarás”. Tu cuerpo estaba para sufrir la abstención sexual y un paréntesis en la mortificación, estaba dedicada ya una vez casado, para tener hijos. Todo esto me descolocó. Y tomé la decisión de hacerme pecador, pero de verdad. Y si me mantenía en estado de virtud, era porque no había tenido ocasión de pecar. Todo esto no es comprensible por la juventud del siglo XXI, porque la Iglesia ahora se presenta como más light, para no asustar. Sólo los religiosos, llamémosles profesionales, abrazan la doctrina bajo la ortodoxia escrita. Pero yo elegí en lugar de evitar el pecado, gozar del derecho a la libertad sexual... Y me fue muy bien.





Caridad o Justicia

Más tarde y como consecuencia del concilio ecuménico Vaticano II, descubrí que el amar al prójimo como a ti mismo, no es ni más ni menos que la cuestión de la Justicia Social. Y que los pecados contra la caridad eran delitos contra la libertad, la igualdad la justicia y los derechos humanos. La cuestión social se trató en los documentos del concilio que propició precisamente Juan XXIII, elevado a los altares en olor de santidad. No obstante, el maridaje Iglesia-Estado y la alianza Trono-Altar con la aquiescencia y participación de caciques, capitalistas desalmados y empresarios sin escrúpulos, me han hecho desistir de la dimensión social de la religión. La justificación está en descubrir el alcance de aquella prédica: “Mi reino no es de este mundo…” De esta faceta de militante religioso comprometido fue mucha más fácil zafarse. La llagada de la democracia en España contribuyó a que madurara y diera mis primeros pasos para conseguir la libertad en todos los ámbitos. Personal usando la razón y colectivamente a través de la política.




Fe y Razón

Volviendo a los fastos referidos al principio de esta columna, comprendo y respeto la participación de buena fe de los fieles que van a Roma de todas las partes del mundo, reviviendo unas costumbres ancladas en la época medieval. No obstante, me reservo el derecho a criticar y discrepar, de la puesta en escena indecente e insultante del boato heredero del Imperio Romano. Es desolador contemplar que líderes políticos que en sus países han dejado: miseria, hambre, paro y muerte, asistan a un baile de mitras en torno a la tiara papal, conmemoren la Buena Nueva predicada por un tal Jesús de Nazaret, hijo del carpintero del pueblo. El evento que se ha representado en la plaza de San Pedro, abrazado por la columnata de Bernini, es la gran farsa del mundo de la injusticia y de la desigualdad. Es evidente que el Estado del Vaticano no se sostiene con la fe y mucho menos con la razón. El vicario de una deidad constituido en un estado soberano  y  acreditado ante casi todos los estados del mundo, es un auténtico disparate. La Curia Romana está preñada de incongruencias que solo puede digerirse si se reprime la razón y se deja invadir por el fanatismo. Es verdad que el pueblo creyente necesita de estos signos externos de su fe, pero también es verdad que los capos (RAE sólo una acepción se refiere a la mafia) de la milicia eclesiástica lo utilizan para seguir ostentado el poder temporal sobre la ideología más extendida que hace esclavos a los ciudadanos.  El capitalismo más irracional, injusto, salvaje y criminal. Sin retirar ni uno de estos epítetos.




La Hispania también estuvo en Roma

No podía faltar en la Ciudad Eterna la representación de una de las provincias del Imperio más significativas en la defensa de la gran patraña. Los españoles pueden asistir a todas la peregrinaciones, como pueden circular por todos los países del mundo. El objeto de mi artículo es la corte que se desplazó a Roma para gastar el dinero que no tenemos, para hacer un viaje a costa de los españoles por encima de sus posibilidades. ¿Por qué? Por muchos motivos: Porque España es un estado confesional de facto. Porque el Rey y el Gobierno rinden pleitesía a Francisco I, no solamente por motivos diplomáticos, sino en virtud de que el Rey es Rey Católico y además ostenta el título de Rey de Jerusalén, y la Reina que desde su conversión también es Católica,  tiene el privilegio de lucir una vestimenta blanca y llevar un tocado de peineta de teja y mantilla. El Gobierno asiste a la canonización de los dos papas por el mismo motivo que lo hicieron cuando Roma canonizó a cientos de españoles, olvidando a los muertos del otro bando en el enfrentamiento fratricida. Es una muestra de agradecimiento a la Iglesia por su apoyo al derrocamiento de la República, a la victoria de la Guerra Civil Española y la implantación del nacionalcatolicismo en un estado confesional durante cuarenta años. El espectáculo de la plaza de San Pedro es un insulto a la razón humana y la presencia del Reino de España es un esperpento nacional.  La empatía me ayuda a comprender al humilde creyente, y la asertividad me proporciona las formas diplomáticas para denunciar la inmoralidad de los capos de la política y la religión.





 GALERÍA DE IMÁGENES
































Fotos: EL HUFFINGTON POST



domingo, 27 de abril de 2014

¿POR QUÉ…?




Por Pedro Taracena


El mundo civilizado y democrático nos pregunta a los españoles ¿Por qué han quedado impunes los crímenes de lesa humanidad cometidos por el franquismo? ¿Por qué el exterminio planificado por Franco en la tarde del 17 de julio de 1936, no tiene una causa abierta como ha sucedido en otros países de nuestro entorno? ¿Por qué el genocidio franquista que comenzó con el golpe de estado y terminó con la muerte del dictador, ha quedado amnistiado vergonzosamente? ¿Por qué la Ley de Amnistía igual a la Ley de Punto Final de otros países, felizmente superada, ha medido con el mismo rasero, a los verdugos franquistas y a las victimas republicanas y víctimas de su sangrienta dictadura? ¿Por qué España ha creído que ha logrado ya la reconciliación nacional después de un enfrentamiento fratricida de tres años de guerra y cuarenta de dictadura? ¿Por qué la derecha heredera de Franco se resiste a condenar el nacionalcatolicismo y renunciar a sus pompas y a sus obras? ¿Por qué la derecha española no se homologa con la derecha europea y deja de lado la alianza trono-altar y el maridaje Iglesia-Estado? ¿Por qué el Rey de España no ha jurado la Constitución española? ¿Por qué el Partido Popular y la Corona no han condenado la dictadura franquista? ¿Por qué los españoles fueron capaces de votar en referéndum una Constitución avanzada, homologada con la Declaración Universal de los Derechos Humanos para después no obrar en consecuencia? ¿Por qué la Transición permitió al margen del pacto constitucional, amordazar al pueblo español para que se olvidara del exterminio franquista? ¿Por qué los políticos venidos del exilio, la clandestinidad y la resistencia al franquismo, permitieron y permiten esta anomalía penal, moral, política y social? ¿Por qué los políticos mutilan la Justicia Universal (El primer paso lo dieron Zapatero-Rajoy) y mantienen una tolerancia cínica con el franquismo y sus símbolos? ¿Por qué no se decreta una Ley como en otros países para que la apología del genocidio franquista sea delito? ¿Si la derecha condenara la dictadura y rompiera con la Iglesia, qué ideología homologable con Europa le quedaría?
Todas estas preguntas están aún en el secreto de la Transición. En las escuelas, el periodo de la República, la Guerra Civil, la Dictadura y la poco modélica Transición, no se explican con la verdad, porque no les interesa a casi ningún político. Y los jueces están contaminados del espíritu de la Transición. El juez GARZÓN ha siso EL QUIJOTE que ha tenido el valor de abrir la causa con unos autos que enervan al más sedado por la mentira…

viernes, 25 de abril de 2014

ROUCO DE MEDALLA DE HONOR PERSONA NON GRATA




Si se analiza desde el punto de vista constitucional, la distinción que la Comunidad de Madrid otorgará al cardenal Rouco con motivo de los fastos del 2 de mayo, resulta un esperpento difícil de digerir. Como es natural en esta España resultante de la Transición que no de la Constitución, los ciudadanos partidarios del continuismo a ultranza del nacionalcatolicismo en todas sus variantes, ya lo están celebrando con albricias y agradecimientos rendidos a la figura de su eminencia reverendísima. Y los otros madrileños rechazan de pleno que la figura de la máxima autoridad eclesiástica de Madrid sea merecedora de estos honores. Las dos Españas una vez más enfrentadas… Como periodista voy a escribir una crónica a medio camino entre el cuento y el relato corto. Voy a tratar de situarme como si fuera un adolescente que hubiera nacido en los años cuarenta, que ya tiene uso de razón para entender lo que le contaron sus padres y abuelos, lo que vivieron él y sus hermanos, sus hijos y nietos. Siempre al margen de las hemerotecas.




ESPAÑA ES ASÍ (Título del libro de Don Agustín Serrano de Haro 1955. Inspector de Enseñanza Primara)
En los años treinta del siglo pasado reinaba un monarca que su dinastía arrancaba con la conversión de Recaredo, heredero de un imperio donde nunca se ponía el sol y también de su hundimiento y ruina. Estas lejanas tierras tuvieron por nombre: Iberia, Hispania, Sefarad y en aquellos años, España. En la actualidad casi todos le llaman “este país”, más familiar.
El Rey en aquella época, reinaba y gobernaba a la vez, bajo el lema de Dios, Patria y Rey o según otras realezas preferían alianza Trono Altar. Una armonía casi perfecta. No obstante se produjeron unas elecciones municipales y ante el triunfo de los españoles partidarios de la República, el Rey y la familia real decidieron partir hacia el exilio; dejando el camino libre para la proclamación de la II República en España.




Los valores republicanos eran otros: El poder no venía de Dios, emanaba del pueblo y el presidente y los diputados eran elegidos por sufragio de los ciudadanos. ¿Qué se hizo en los cuatro años siguientes? Se redactó la Constitución, se separó la Iglesia del Estado y se apostó por la educación y los derechos civiles. No exento de errores y de sobresaltos de todo tipo.
Ante una situación de descontrol y de caos, el Ejército, la Iglesia y una organización política llamada Falange Española y de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista, dieron lo que se llama vulgarmente un golpe de estado. Pero los objetivos que perseguían eran de muy elevados principios y se le denominó como Santa Cruzada de Liberación Nacional. Había que restaurar el orden, luchar contra el ateísmo, el sindicalismo, los rojos y comunistas. Este logro sólo llegó después de un enfrentamiento fratricida de tres años, que popularmente se le denominó como Guerra Civil Española.



¿Quién se alzó con la victoria? El Caudillo de España que lo fue por la Gracia de Dios. Esto lo supinos todos los españoles porque lo ponían en todas las modernas. Don Francisco Franco Bahamonde, condujo a los vencedores y vencidos bajo el lema de que: “España es una unidad de destino en lo universal”. Fundó el Movimiento Nacional sobre los valores de Patria, Familia y Religión. El régimen lo fundó sobre tres bases fundamentales: El egregio mando del Generalísimo de los Ejércitos de Tierra, Mar y Aire. El nacionalcatolicismo, para ser más claros, el Derecho Canónico podía ser Derecho Civil en muchos casos, la Iglesia ejercía una especie de coprincipado con el Jefe del estado, guardando para entendernos mejor, un cierto paralelismo con el Principado de Andorra, donde son copríncipes el presidente de la República Francesa y el Obispo de La Seo de Urgel. Y por último la aportación del nacionalsindicalismo de Falange Española con su sindicato vertical o único.





Durante casi cuarenta años este régimen de maridaje Iglesia Estado y alianza Trono Altar, devolvió la armonía perdida con la República. Además superó la autarquía de la post-guerra, emprendió un desarrollismo sin precedentes en los años sesenta, creó la Seguridad Social y dotó a los trabajadores de la negociación colectiva; implantando la Promoción Profesional Obrera, la Formación Acelerada y la Formación profesional a través de Universidades Laborales y Centros de la Organización Nacional de Sindicatos. Y dejando todo atado y bien atado, la vocación monárquica de Franco le llevó a establecer que el nieto de Alfonso XIII, huido de España con el advenimiento de la Republica, instaurara la monarquía como régimen genuino español, cuando Dios le acogiera en su seno. El óbito tuvo lugar el 20 de noviembre de 1975.





Muerto el Caudillo se inició un camino hacia un sistema que debía de pasar de una “democracia orgánica” a una “democracia a secas”. Desde el hito de la muerte del general invisto hasta 1978 se produjeron dos eventos muy diferenciados que conviene separar: La Transición y la Constitución. La Transición consiste en que entre los vencedores y vencidos que hicieron la guerra civil y “convivieron” en el periodo del poder personal de Francisco Franco hasta su muerte, todo debía de quedar sepultado y olvidado. Hicieron un pacto no signado entre los seguidores de Franco, denominados franquistas y los otros venidos del exilio, la clandestinidad y la oposición más o menos ejercida mientras el gobierno del poder personal del general.




Este pacto permite conservar las secuelas del franquismo como es el nacionalcatolicismo. Actualización de los viejos paradigmas: Patria, Familia y Religión. Dios Patria y Rey. Iglesia Estado. Trono Altar. El otro evento fue la Constitución. El texto constitucional de 1978 conserva los valores republicanos, evidentemente más actualizados, que la constitución republicana de 1931, a excepción de la Jefatura del Estado. Pero la Constitución Española se define como aconfesional y la Iglesia es una más entre el resto de las legiones del territorio español. El que la mencione con su nombre y apellido no la convierte en primus inter pares. Solamente precisa que es la predomínante entre los españoles.




Y así llegamos a otorgar una especie de título honoris causa al cardenal de Madrid, sin honor y sin causa. 






 ÁLBUM HONORÍFICO

Femen contra Rouco
















Fotos: EL HUFFINGTON POST 25 de abril de 2014