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viernes, 13 de junio de 2014

“QUIEN ALGO TEME, ALGO DEBE”


Por Pedro Taracena





Posada presidente del Parlamento pide que se resuelva "cuanto antes" y de forma "urgente" el aforamiento del Rey, ve urgente aforar al Rey porque le pueden buscar “un follón”.
El que algo teme, algo debe.
Quien tiene la conciencia tranquila duerme o descansa con total tranquilidad. Se dice de quien no puede dormir por algún motivo o sin motivo aparente. También se aplica a quien se oculta para evitar represalias de la persona a quien ha podido perjudicar.


Han sido los políticos gobernantes y los medios de comunicación los que han encubierto la opacidad de la Casa Real y las fechorías del Rey. Tomaron parte del pacto de la Transición. Cumplieron la voluntad testamentaría del Caudillo de España, golpista contra la República legítimamente constituida, e hicieron a Juan Carlos rey constitucional. Restauraron el Estado de Derecho e instauraron la monarquía. Pero tanto el padre del Rey Juan Carlos I Don Juan de Borbón, como el mismo Juan Carlos han sido desde el golpe de estado del 18 de julio, colaboradores necesarios de la instauración de la realeza destrona por la proclamación de la República. Esto es Historia de España con mayúscula. No obstante el cinismo de los franquistas y sus cómplices oportunistas se han adaptado a vivir en la mentira y han canonizado la cultura de la transición, que ahora muchos venimos llamando La Casta.
Con estas premisas históricas es normal que La Casta incluyendo al Rey estén nerviosos. Su abdicación y la proclamación, entronización o coronación de Felipe VI, no acontece con normalidad. Las generaciones del siglo XXI reclaman una revisión a fondo de nuestra Carta Magna. La Casta mantiene una gran contradicción, acudiendo al desafío de la legalidad vigente de forma hipócrita. Sin embargo para ensalzar y adular a Juan Carlos le otorgan la heroicidad de haber desmontado la dictadura que heredó, y que mediante un periodo constituyente se despojó de todos los poderes franquistas heredados. He aquí la paradoja.
Volviendo a la inviolabilidad real que la Constitución otorga al monarca. El escándalo se está produciendo con la argucia de buscar a hurtadillas su inmunidad para que después de la proclamación de Felipe VI, nadie pueda armar “un follón”. Es decir que nadie le pueda llevar a los tribunales por presuntos delitos cometidos ajenos a las funciones otorgadas por la Constitución. Un detalle más para contemplar la anormalidad del proceso, tanto para la clausura del reinado post franquista como para el comienzo del reinado de Felipe VI. En un marco hostil hacía los políticos, los banqueros, los caciques y la Iglesia, la institución monárquica se encuentra a la baja y los partidarios de la República al laza.


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