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jueves, 19 de febrero de 2015

LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN

Por Pedro Taracena Gil




Esta breve reflexión a modo de ensayo sobre LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN en España, constituye el resumen subjetivo pero argumentado de algunos de los trabajos publicados con motivo de los execrables sucesos de París y Copenhague. La yihad o lucha santa de los musulmanes radicales en el siglo XXI nos hace retrotraernos al Medievo. El Renacimiento de Italia se extendió por toda Europa y el triunfo del Protestantismo marcó una línea divisoria entre los países que; apostando por el uso de la razón se encaminaron hacia el humanismo que discernía entre las tesis del Concilio de Trento, fiel al Papado de Roma y los nuevos estados partidarios de los regímenes laicos. España se homologó con los seguidores de Trento y se convirtió en adalid de la fe cristiana. Después de un breve periodo la República estableció el Estado laico de acuerdo con las democracias que habían triunfado en la Segunda Guerra Mundial. El golpe de estado y la dictadura franquistas, restauraron el maridaje Iglesia-Estado, la alianza trono-altar y la confesionalidad acuñando los términos Santa Cruzada de Liberación y nacionalcatolicismo. 

El fin de la dictadura y la promulgación de una constitución aconfesional, en absoluto permitieron que España abandonara los viejos hábitos del nacionalcatolicismo, abalados por los Acuerdos con la Santa Sede, a todas luces anticonstitucionales. La influencia de la Iglesia en la legislación del Gobierno, así como en los usos y costumbres de los ministros, alimentan la división de los españoles en dos bloques: ciudadanos laicos que han roto con la religión hasta en los eventos sociales que antes se celebraban en el recinto eclesiástico, y españoles que desean que las consecuencias de la conversión de Recaredo en el año 586 permanezcan en vigor en nuestro días. Estas dos formas de ver la religión en España no pueden contemplar los acontecimientos de Charlie Hebdo como lo han hecho los franceses. La República Francesa tiene su origen en la Revolución de 1789 a 1799: El derrocamiento de Luis XVI, perteneciente a la Casa real de los Borbones. La abolición de la monarquía en Francia y la proclamación de la Iª República; encontrándonos en la actualidad en la V República y podemos añadir que los valores que presidieron la era republicana se basaron en la "Declaración de los derechos del hombre". Libertad igualdad y fraternidad constituyen el arraigo del pueblo francés. El laicismo galo se cimenta en la separación entre la Iglesia y el Estado. 

Si volvemos al planteamiento que encabeza este ensayo, sobre la LIBERTAD DE EXPRESIÓN, la reacción del pueblo francés bajo el eslogan, Yo soy Charlie, no se concibe de otra manera. La República Francesa es un Estado independiente de cualquier organización o confesión religiosa en el cual las autoridades políticas no se adhieren públicamente a ninguna religión determinada ni las creencias religiosas influyen sobre la política nacional. En el caso español lejos de ser un Estado constitucionalmente laico, en su artículo 16, apartado 3, dice: “Ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones. Este apartado es obvio que se escribió bajo la influencia del nacionalcatolicismo imperante, heredado del franquismo.

Volviendo al concepto de blasfemia y escarnio que suponen las caricaturas de Mahoma para el Islam, el humor, la crítica y la sátira interpretados bajo el prisma del derecho a la LIBERTAD DE EXPRESIÓN, son iguales si se hicieran del Presidente de la República, de un personaje famoso o del mismo Papa de Roma. Sin embargo, en el caso del Reino de España, la monarquía que es de origen divino y forma parte de la alianza trono-altar, siempre se deja acompañar del rito y el boato eclesiásticos en sus grandes eventos. Es evidente que las autoridades españolas y el pueblo español han condenado los crímenes contra Charlie Hebdo, pero el mismo Ministro del Interior español que acompañó a su colega francés en la manifestación de París, al ser preguntado por un periodista si era Charlie Hebdo, contestó, yo soy Jorge Fernández Díaz. La reacción de este ministro católico confeso refleja la sensibilidad del nacionalcatolicismo. A pesar de que en España la blasfemia, palabra injuriosa contra Dios, la Virgen o los santos, ha dejado de ser delito a partir del año 1988, aún queda tipificado el escarnio que supone la burla tenaz que se hace con el propósito de afrentar. Si se interpreta que la religión y sus símbolos deben de ser protegidas como si de personas físicas se tratara, estaríamos limitando de alguna forma la LIBERTAD DE EXPRESIÓN. La reacción de Francia ante el fanatismo religioso solamente es comprensible en el Estado laico. Al margen de que los crímenes cometidos sean condenables en cualquier parte del mundo.

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