Por Isidoro Gracia
Exdiputado
Mandar no es el acto de tomar el poder, ni siquiera mantenerse en él a toda
costa, según Ortega y Gasset es el tranquilo ejercicio de él.
Todo imperio, al menos los existentes hasta el presente siglo, han nacido
porqué unos líderes han impuesto por distintos métodos, primero a sus vecinos
más próximos, y luego al resto del mundo a su alcance, por encima de intereses
y derechos legítimos, los intereses de su propia familia o tribu.
Los instrumentos han sido el uso de la fuerza para extender el dominio y la
religión como elemento de aceptación y control de los sometidos.
Es muy evidente que en la actualidad, el ejercicio tranquilo de la
autoridad no está entre los planes de los dirigentes mundiales, no
necesariamente políticos, ya que el fenómeno de la globalización ha puesto de manifiesto
que el mayor poder no está en manos de los políticos, sino de financieros y
especuladores, en su mayor parte desconocidos, que no están tan sometidos a la
opinión pública, como lo están los políticos, en especial los elegidos
democráticamente.
Conocedores de que el peso de la opinión pública siempre ha sido decisivo
para cambiar el rumbo de la historia, intentan que esa opinión pública deje de
existir útilmente, fraccionada la sociedad en grupos discrepantes cuya fuerza
de opinión quede recíprocamente anulada. Esto es muy claro en Europa,
también en todas las democracias formales.
Parece que esto está siendo conscientemente buscado por los dirigentes en
la sombra, para así llenar el vacío de la autoridad legítima o legitimada, por
el uso de la fuerza bruta, por los estados que lideran la fabricación de armas
y disponen de los ejércitos más poderosos, o por la imposición de dogmas
religiosos en los ámbitos donde la demografía y la historia así lo permiten.
Sin embargo, el uso de la fuerza tiene sus límites, en algún sitio he leído
que Talleyrand le dijo a Napoleón: “Con las bayonetas se puede hacer todo,
menos una cosa, sentarse sobre ellas”, lo que visto en la distancia fue bien
cierto, aún cuando sirvió para que las ideas a las que los dos decían servir se
implantaran en el mundo, con vigencia hasta nuestro días.
Así que es posible, e incluso muy probable, que en aquellas zonas donde el
dogma espiritual ha venido siendo desplazado por el conocimiento científico, se
esté utilizando el método de sustituir las distintas religiones por una nueva:
la del dios mercado. Por cierto en ninguno de los grandes mercados de los
bienes imprescindibles para ejercer de hombres libres: alimentos, energía y
últimamente información veraz, existe eso de la “libertad de mercado”. Todos
ellos están intervenidos y controlados con inventos absolutamente virtuales,
como lo de los mercados de futuros o las transacciones financieras.
Esto también podría explicar el porqué se está impulsando el fenómeno
nacionalista en Europa, proyectos como el de la Unión Europea son terreno
propicio para la creación de entes, muy influenciables por la opinión de sus
ciudadanos, y, por su dimensión, con poder suficiente para regular y controlar
los excesos de acumulación de riqueza en muy pocas manos, precisamente esas
manos que son las de los que hoy usan el poder para su exclusivo beneficio sin
importarles las consecuencias de hambre y dolor de miles de millones de
personas. Aplican el consejo de Julio Cesar y Napoleón: “divide y vencerás”.
Conclusión, o los ciudadanos que aún gozamos de cierto grado de libertad
y bienestar nos espabilamos, hasta hace poco a esto se le llamaba tomar
conciencia, o bienestar y libertad se irán aproximando a los niveles de los
antiguos siervos (por cierto no tan antiguos) camino de una neo esclavitud.
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