Los impostores del periodismo español
Una de las musas de la derecha española recibe un galardón periodístico
Susanna
Griso ha recibido el premio Eisenhower de Periodismo. Lo recibió en el
Instituto Cervantes de Nueva York de la mano del presidente de la Fundación
Eisenhower por su "defensa de la libertad de información”.
Hasta aquí la reseña del evento. En algunas entradillas se
hace referencia a la libertad de expresión y en otras a la libertad de
información. Ambos términos hacen referencia a los artículos 10 y 20 de la
Constitución Española. Dejando atrás la obviedad de que durante la dictadura no
hubo liberad en ningún sentido del término, los medios de comunicación en la
Transición, renovaron el pacto de apoyo y vasallaje, al poder oligárquico y al
poder político, sin distinción. La prensa, radio y televisión, tanto privados
como de titularidad pública, se han financiado y se financian por canales ajenos
al lector, oyente o espectador. Es decir, sin acudir a la autofinanciación.
El dinero les entra a través de la publicidad institucional,
bancos propietarios de los medios, también imperios mediáticos supranacionales
y grupos de presión interesados con líneas editoriales afines. En este campo de
la dependencia financiera caminan al
unísono, los partidos políticos y los medios de comunicación. De ahí su dependencia
de los poderes económicos y su falta de independencia. Durante la Transición
hubo maridajes escandalosos entre el Gobierno y el grupo Prisa, por ejemplo. Y
en nuestros días las correas de transmisión a favor del Régimen del 78, de los
medios escritos, los canales de televisión y las emisoras de radio, son patentes.
Hay una pléyade de impostores del periodismo constituidos por tertulianos nada
especializados o especializados en la propaganda institucional, que reciben de
sus redacciones correspondientes, el guión a seguir en los programas para
mantener el mono debate generalizado.
En el caso de la presentadora galardonada, Susanna Griso, es
un sarcasmo el decir que se mueve entre unos parámetros de libertad de
expresión y de información, constitucionalmente hablando. Antena-3 TV, LA RAZÓN
y el grupo, por no llamarles pandilla,
de impostores del periodismo que nutren los diversos platós, lejos de ser
merecedores de cualquier galardón periodístico, constituyen un esperpento nacional ajeno a la pluralidad
social, política y democrática de la España del siglo XXI.
La noticia de este premio me ha escandalizado tanto como el
Premio Princesa de Asturias 2017 de la Concordia y el Nobel de la Paz 2017,
ambos otorgados a la Unión Europea. El siguiente entrecomillado, ha corroborado
mis temores:
“La Fundación Eisenhower, es una asociación sin ánimo de lucro
que promueve la defensa de la paz mundial a través del reforzamiento de los
lazos entre Estados Unidos y el resto de países del mundo. Para la consecución
de estos objetivos financia programas de formación en EEUU a personas que han
demostrado extraordinarias dotes de liderazgo en el mundo de la empresa, la
política, la universidad así como en el ámbito de las ciencias sociales y
humanas.
Eisenhower Fellowships ha contado con prestigiosos
presidentes. Actualmente su presidente es George de Lama.
Anteriormente lo fue el general retirado Colin
Powell y también lo han sido ex-presidentes de los Estados Unidos
como George H. W. Bush, Gerald
Ford, o Secretarios de Estado como Henry
Kissinger o Donald
Rumsfeld. Forman parte de su Board of Trustees los más destacados
políticos (como Madeleine Albright) o cargos de las principales
empresas de los Estados Unidos”.
Estos personajes y su pedigrí internacional, no son garantía
y mucho menos exponentes, nada más y nada menos, que de la libertad de
expresión y de la información. En España los medios de comunicación adolecen de
muchos vicios y escasas virtudes. A Susanna Griso le han otorgado el premio por
su fidelidad al dogma de la Santa Transición. Apoyado por el universo
conservador de los EEUU de América. Esta insigne personalidad mediática se
encuentra arropada por el corporativismo del gremio de voceros del Reino y
boceras del Régimen del 78. Donde la autocrítica y la crítica a los colegas
brilla por su ausencia. Lejos de ser el látigo del Gobierno de turno, se
convierte en la musa del poder y hasta de los candidatos al poder.
El esperpento se consuma cuando el premio a la ínclita
estrella de la pequeña pantalla, se le otorga en la sede del Instituto
Cervantes de Nueva York.
¡Si Don Miguel levantara la cabeza!
Quizás doña Susanna no hay leído
El Quijte
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