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EL DESNUDO

Del BREVE ENSAYO SOBRE EL RETRATO

Por Pedro Taracena Gil


Peter Lindbergh

Nacimos desnudos y poco a poco los demás, la familia, la sociedad, se ocupa de ir poniéndonos la ropa... La ropa del pudor, el vestido de la vergüenza, el abrigo de los prejuicios. Poco a poco nos ocultamos de nosotros mismos y del prójimo; cobijándonos bajo la gran capa de la moral y las buenas costumbres. Nos avergonzamos de nosotros mismos. Nos negamos. No nos reconocemos. No nos aceptamos. Queremos ocultar aquello que el otro no quiere ver. Deseamos contemplar aquello que nos gusta pero la sociedad nos prohíbe exhibir. Sólo mostramos aquello que creemos que aceptan los demás. Nuestra propia aceptación no cuenta. Es la hipocresía la que nos ordena qué tenemos que mostrar y aquello que nos imponen ocultar. Nos han educado para negarnos, para no dejarnos querer... Y en la medida que tú te aceptes y te reconozcas, te dejarás amar.
Un niño de nueve años vivió la espontaneidad y el naturismo, sabiendo entroncarlo con su vida social y escolar. Al regreso de sus vacaciones, disfrutadas en un lugar naturista de nuestro país, el profesor le invitó como a todos los niños de su clase, a realizar un trabajo que consistía en hacer un dibujo reflejando sus actividades y un breve texto narrando sus experiencias.



Robert Mapplethorpe


Cuando el niño regresó a casa en su primer día de clase, contó a sus padres, con todo tipo de detalles su narración y sus ilustraciones. Pero este niño hizo a sus padres una importante aclaración: A todos, os he pintado un bañador. ¡No iba a poneos desnudos delante de la clase! Él estuvo a la altura de las circunstancias en cada momento. Supo adaptarse y respetar el contexto de su ambiente. Una semana más tarde, este niño, en compañía de su clase, visitó la exposición de las excavaciones de Atapuerca. Allí había una reproducción muy bien ambientada del “Homo antecessor”, de un grupo de homínidos totalmente desnudos. Este fue el único que no exclamó ¡Mira tiene el pito al aire! O También, ¡Se le ve la cola! Sus vivencias naturistas y nudistas le permitieron discernir y adaptarse. Aquí está su incipiente madurez, basada en la espontaneidad y la naturalidad.




Robert Mapplethorpe

Otras de las perspectivas, desde las cuales se puede estudiar el cuerpo humano, son el retrato y el autorretrato. Poco a poco se crea un espacio mágico entre el fotógrafo y el modelo, entre el objetivo de la cámara y su mirada. El estudio fotográfico se convierte en un pequeño campo de batalla, donde se libra la lucha entre la agresión del fotógrafo con su cámara; entrando en la intimidad del modelo y el desafío que supone para el retratista, su respuesta; utilizando su mirada como única arma. La mirada mantenida, es el reflejo de su autoestima, de su aceptación y seguridad en sí mismo. Cuando el modelo va cediendo tensión en favor de su identificación con la cámara, irá aceptando ser reconocido por el otro. En la medida que el modelo se reconozca en las fotografías, se habrá aceptado así mismo. Si además somos capaces de recorrer el camino del retrato al autorretrato, habremos conseguido gozar del Narciso que todos llevamos dentro y compartir este gozo con los demás. Nos habremos reconocido y nos habremos permitido reconocer, dando ocasión para descubrirnos el alter ego; abandonando la máscara que nos oculta, que nos anula. Todos nosotros deberíamos conseguir nuestro reportaje fotográfico, muestra de nuestra aceptación y nuestro reconocimiento. Prueba de haber recorrido con satisfacción el trecho íntimo del retrato al autorretrato. Estos logros nos permitirán ser más amados y cada cual amaríamos más...


GALERÍA  FLICKR DE LA DESNUDEZ
























SEPIA Y COLOR














Es evidente que la desnudez en los adultos provoca la sensualidad. La sensaciones y emociones sentidas excitan nuestra sexualidad. Todo ello corresponde a una respuesta psicológica y biológica totalmente naturales. Han sido la moral y las costumbres heredadas de nuestras ancestros, las causantes de encontrar aspectos negativos donde no los hay. Los prejuicios y los complejos condicionan nuestra vida en sociedad. En la medida que vayamos alcanzando la seguridad en nosotros mismos, nos sentiremos más libres, responsables y maduros. El ser humano tiene el derecho a su realización sexual. Para ciertas religiones la sexualidad al margen de la procreación es un pecado, pero en el Estado laico, es un derecho. Cuando se quebranta la libertad y la igualdad en las relaciones sexuales, es cuando se convierten, no en un pecado, sino en un delito. La pederastia, la ablación, la homofobia, el proxenetismo, la violación y el acoso, son delitos contra la libertad sexual. Constituyen crimines contra la integridad física y moral de la persona. Solamente se evitarán estas conductas execrables a través de una educación sexual comenzando por la infancia, haciendo hincapié en la adolescencia. Asumiendo que, quizás, la educación en esta materia debe de continuar en la juventud, en la madurez y en la senectud. 








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